La búsqueda de ese lugar es el fruto de la creación de este blog, ya que incluso por la red podemos encontrar uno de esos de tantos lugares donde habitaremos.

¿Qué son 879 kilómetros? Un mero dato físico, una distancia quizás ficticia porque me siento más unido a ti que nunca.

Peñiscola será una barrera más que superaremos, a lo que contribuirá este blog, siendo uno de nuestros puntos de unión.

Sentimientos, recuerdos, experiencias, historias, canciones todo quedará aquí reflejado, crearemos una nueva historia de nuestra realidad.

viernes, 29 de abril de 2011

Primer mesario! :)

Pasado un mes que concentra risas, mil momentos compartidos, secretos íntimos, una complicidad notable, una nueva forma de echar de menos, sé que todo esto sólo puede ser provocado  un sentimiento verdadero. Estamos forjando una nueva etapa de nuestra vida, como si de una telaraña construida con paciencia se tratara. En ella, el arácnido sabe que tiene que ir poco a poco tejiéndola, intentando destruir a los pequeños bichitos que se cuelan en la telaraña impidiendo que ésta se termine de formar, o avisándole de que quizás no merezca la pena tanto esfuerzo sin saber si su refugio va a quedar bien o, por el contrario, con un simple soplo de brisa se destruirá todo lo que tanto esfuerzo le ha costado.
La araña tan sólo sabe que tejiéndola está siendo feliz y está disfrutando de cada momento con paciencia y esperanza de que sea la mejor telaraña del mundo, porque la ha construido ella cuándo y cómo ha querido, sin verse obligada a hacerlo por motivos costumbristas, y porque sólo ella sabe lo que significa cada trocito, el cómo ha sido creado, y sobre todo, las ganas y la ilusión que siente mientras lo hace…

miércoles, 20 de abril de 2011

El Flechazo, ese extraño fenómeno que se dá hasta en las máquinas


No se si la cara que puso Wall-e cuando vió a su Eva, fué la misma que yo puse al ver a mi Eva, lo que si estoy seguro es que a ambos nos sucedió lo mismo. 

¿Cual fué mi primera sensación? Entrar al Embajador y verte detrás del mostrador...al principio pensé en que ya te había visto, luego comprendí que ya te habia querido.
Seguramente esa sensación pasa muy pocas veces en la vida, supongo que si no encuentras a la persona adecuada, no llegas a sentirlo nunca. Pero al ver tus ojos frente a los míos toda mi realidad estaba cambiando.

Nunca podremos explicar que nos pasó, nunca podremos explicar nuestras reacciones, pero el recordar esas pequeñas cosas a lo largo del tiempo, simples a los ojos de los demás, y tan importantes y profundas para nosotros, es lo que convierte lo nuestro en algo tan especial.

Tocarme la rodilla cantando en el Sing star.
Comer pipas de mi mano.
Nuestro primer casi Beso.
El primer beso........riendote.
Despertarte y taparme la cara.
El Mercadona.
Darnos la mano la primera vez, tras encontrar aparcamiento.
Buenos días Princesa.
La primera conversación telefonica de "sólo" 3 horas.
El Gen Parreño.
¿A ti no te gustará Camela?
El bonsai Eva.
Tu Rosa.

Sólo verte sonreir y ver el brillo de tus ojos, me hacen comprender, desde el primer momento en que te ví, que cualquier cosa a tu lado es fácil y realizable. Me das valor y fuerza para ser yo mismo, para buscarme y quizás encontrarme.

"Wall-e encontró a su Eva, sin esperarlo, a mi me pasó lo mismo"

martes, 19 de abril de 2011

Mila

En esta foto salimos con la que, en un principio, era mi "contrincante", atacando a mi tontito sin ningún tipo de remordimiento ni vergüenza. Después pasó a ser lo más parecido a una mascota en común; y ahora forma parte de nuestros primeros recuerdos, de nuestros primeros momentos vividos juntos...Nunca olvidaremos sus bailes en el salón, sus respiración exagerada debajo de la puerta y de como, hasta ella, se daba cuenta de que algo estaba surgiendo entre la pareja parre-pola...Algo que a pesar del tiempo y la distancia sigue adelante, algo tan bonito que no se puede explicar con palabras, algo tan verdadero que permite que ideemos planes de futuro juntos, algo tan romántico que hasta nosotros nos damos cuenta de que somos unos tontitos, algo tan mágico que encierra mil detalles que hacen que sea algo muy especial. (descifra las siglas:I-L-Y)  pdta. Me encantas!!

Buongiorno principessa!!


- (Guido) buongiorno principessa! stanotte ti ho sognata tutta la notte, eravamo al cinema e avevi quel maglione rosa che mi piace tanto! non penso che a te principessa, penso sempre a te e ora…

- (Bambino) MAMMA!! vedessi! il babbo mi porta in carriola ma non sa guidare, da morir dal ridere!!! siamo in testa quanti punti abbiamo oggi, babbo?

- (Guido) figliolo, corri ci sono quelli cattivi cattivi!

- (Bambino) dove?

- (Guido) di qua, di qua vieni! vieni Josuè! 

           " Pienso sólo en ti princesa, pienso siempre en tí "

El Árbol del Amor

...He oído contar la historia
 de un antiguo y majestuoso árbol,
cuyas ramas se extendían hacia el
 cielo.
Al llegar la estación de
las flores,
mariposas de todas las formas,
 tamaños y colores,
 bailaban a su alrededor.
Las aves de países lejanos
 se le acercaban y cantaban
 cuando florecía y daba frutos.
 Las ramas,
como manos extendidas,
 bendecían a todos los que acudían a sentarse
 bajo su sombra.
Un niñito solía venir a jugar
junto a él
y el gran árbol se encariñó con el pequeño.
 El amor entre lo grande y lo pequeño
es posible,
si el grande no es consciente de su grandeza.
 El árbol no sabía que era grande,
sólo el hombre es consciente de eso.
 La prioridad de lo grande siempre es el ego,
pero para el amor
 nadie es grande o pequeño.
El amor abraza a quienquiera que se le acerque. Así, el árbol comenzó a sentir amor hacia
  ese pequeño que solía ir
 a jugar cerca de él.
Sus ramas eran altas,
pero las inclinaba hacia el niño,
 de modo que pudiera recoger
 sus flores y sus frutos.
 El amor siempre cede;
el ego nunca esta dispuesto a inclinarse.
Si te acercas al ego, sus
 ramas se estirarán aún más hacia lo alto;
se pondrá rígido
 para que no puedas alcanzarlo.
 


- Nombre científico o latino: Cercis siliquastrum L.
- Nombre común o vulgar: Cercis, Árbol del amor, Árbol de Judas, Arbol de Judea, Ciclamor, Algarrobo loco.
- Familia: Fabaceae (Leguminosae).
- Origen: Sur de Europa, Asia Occidental.
- El nombre científico de este árbol deriva del griego "Cercis" (navecilla), aludiendo probablemente a la forma del fruto y de la flor; "siliquastrum" está formado por la voz latina "silique" (algarrobo) y el sufijo "astrum" (parecido imperfecto). El nombre castellano de "árbol del amor" se debe al color rosa de sus flores y a la forma acorazonada de sus hojas.
- También se le conoce como "árbol de Judea o de Judas" por su origen. Según cuenta la leyenda Judas Iscariote se suicidó ahorcándose en uno de ellos.
- Árbol caducifolio.
- Altura: 6-12 m.
- Hojas verde glauco, con forma acorazonada. Graciosa floración rosa violáceo de Abril a Mayo a lo largo de las ramas y antes de que broten las hojas.
- Ofrece una llamativa y densa floración al principio de la primavera. Una vez secas permanecen en el árbol largo tiempo. Son hermafroditas, dotadas de estambres y pistilos.
- Los frutos, en largas vainas que permanecen durante el invierno. Crece en todo tipo de terrenos, pero necesita posiciones bien soleadas.

jueves, 14 de abril de 2011

Todo comenzó en otra vida..."Amantes en el Califato"



 En aquella mañana, Ignatius, guerrero tartesso, tuvo un presentimiento. Su corazón estremeció al ver como una ola de arena y polvo poblaba la campiña de la cálida Onuba.
Ante él, paró su caballo el Comerciante de arte y mensajero Carlo Armas, descendiente de poblaciones indígenas del río Orinoco. Su mensaje fue contundente, al anochecer partirían hacia Al-mería, último bastión árabe en AL-Ándalus.  El objetivo de tal misión, era recuperar a la bella hija del Jefe del Poblado de la Atalaya del reino de Mengibar.
Ignatius, no lo dudó, cogió su espada y su caballo Puitas, y  junto a Carlo, partieron al anochecer. En la salida, no contaron con que el fiel escudero de Ignatius, Carlos II, había oído la conversación y sin dudarlo, los siguió.
Carlo Armas, llevaba varias piezas de oro para intercambiar al Califa Al Zapayá, por la hija del Jefe Polaino, pero Ignatius conociendo bien al Califa sabía que no sería suficiente.
Después de varias semanas, atravesando la orografía escarpada de las montañas Nevadas, divisaron Al-mería. Era una tierra inhóspita, la ciudad estaba rodeada de una gran muralla que velaba por los intereses del Califa, que renegaba a abandonar sus tierras ante los ataques romanos.
Al llegar al gran portón de la entrada principal, Carlo, pidió a los guardias que le llevaran ante el Califa, obsequios y riquezas sería la única arma con el cual lo agasajarían.
El Califa, accedió, los guardias los llevaron ante él sin demora. Ignatius observaba aquel lugar, cada salida, cada movimiento, cada ventanuco. Atravesaron grandes jardines antes de llegar a la sala principal. Una sala de un antiguo Embajador romano.
Al-Zapayá, sonreía al verlos.- “Quien osa entrar en mi reino, con la escusa de regalarme riquezas, ¿cual es vuestro cometido?, insensatos”.
-“Venimos en son de paz, solo queremos un intercambio”, dijo Carlo.
-“¿Un intercambio? No negocio con un mensajero, un simple guerrero y su escudero”, dijo el Califa.
-“No le robaremos su tiempo, señor” balbuceó Carlo, “mire, estos son los regalos que el Jefe Polaino nos ha dado para el intercambio”, dijo Carlo.
-“jajajajaja -rió el Califa- ¿Alguna vez visteis a Eva?” “Decidle a vuestro jefe que con esas baratijas sólo pudisteis verla”, y mandó a que la trajeran.
De repente se abrió una de aquellas puertas circulares y apareció. Allí estaba ella, Ignatius quedó perplejo ante su belleza. Ella con la mirada perdida parecía triste.
El Califa le contó el motivo de la visita y ella, sonrió, dejando ver un precioso hoyuelo en su mejilla derecha. Entonces miró a Ignatius, al ver que éste la miraba fijamente bajó sus ojos color miel y sonrosada se retiró a la habitación donde el califa la tenía recluida.
El Califa, accedió a que la expedición pernoctara allí varias noches para su regreso a la Atalaya. A pesar de su tiranía era un hombre realista y sabía que podía conseguir las tierras del Jefe Polaino a cambio de su hija, por lo que tenía que tratar bien a la expedición.
Después de una abundante cena, marcada por un sabor horrible a especias, cada uno fue a su habitación. Ignatius, que dormía junto a Carlos II, pasó la noche comentando con su fiel escudero, la belleza de la joven. Su pelo ondulado, sus ojos llenos de ternura y su sonrisa le habían prendido.
Al día siguiente, el trío recolectó víveres del jardín del Califa y justo al anochecer Ignatius intentó acercarse a Eva sin que lo supiera el Califa. La tarde comenzaba a caer y ambos jóvenes hablaban en el jardín.
Él le preguntó si el Califa estaba enamorado de ella, a lo que ella asintió. Pero Eva, no quería saber nada de él, solo quería regresar a su Atalaya. Ignatius, partió la cabeza de un girasol, sacó las pipas de su interior y ambos jóvenes continuaron hablando, junto al chasquido que emitían al comer dicho fruto.
Eva, a medida que pasaban las horas miraba a Ignatius de forma distinta. Pidió a Ignatius que cantaran juntos, algo que Ignatius rechazó en primera instancia al saber que desde su tatarabuelo Parreñus “El Guerrero Hortelano” nadie supo cantar. Ella, lo miró y comenzó a cantar. Ignatius no entendía la canción, ya que estaba en una lengua desconocida para él, pero procediendo de Eva, todo le sonaba tan dulce, que en su cara se apreciaba una sonrisa de complicidad.
-“Ignatius, sabes que mi padre no dará sus tierras por mí, no lapidará el futuro de su pueblo por su hija”, dijo Eva.
-“Contaba con ello, intentaré sacarte de aquí”, aseveró Ignatius.
-“¿Pero eso es imposible, no has visto la cantidad de guardias que el Califa tiene vigilando la ciudad?, dijo Eva.
-“No te preocupes, no pienses en ello. Una vez que abandonemos la ciudad, regresaré por ti”, afirmó Ignatius.
Los dos jóvenes se miraban, algo estaba sucediendo entre ellos. Sin decirse nada se lo decían todo. Eva, que era una joven con mucho carácter, no quería ver, que su cabeza estaba inundada de sentimientos hacia Ignatius, en ese instante se sinceró:
-“¡Ignatius, tengo que confesarte algo!”, exclamó Eva.
-“Hazlo sin más”, dijo Ignatius.
-“Creo que estoy sintiendo algo por ti, y que tú sientes algo por mí, pero entre nosotros no puede pasar nada porque estoy prometida- continúo Eva- y no sé cómo pagarte lo que estás haciendo por mi”.
-“No quiero que me  pagues con riquezas ni que me prometas nada que no puedas cumplir, si te saco de esta, me conformo con verte sonreír -aseguró Ignatius- además, yo también tengo que confesarte algo, también estoy prometido”
Ambos miraron al frente, la luna llena era testigo de aquella extraña conversación que enmascaraba sentimientos.
Al día siguiente, la expedición partió al reino de Mengibar, Cuando llevaban unas horas caminando a caballo, Ignatius se detuvo.
-“Tengo un plan, pero debo ejecutarlo sólo para que no acabe en agua de borrajas”, afirmó Ignatius.
-“Tus ojos te brillan de una forma especial,-aseguró Carlo- no te pondremos impedimentos pero tienes cinco días para llegar al Reino de Mengibar, allí te esperaremos junto al Jefe Polaino, si al quinto día no has vuelto, el Jefe Polaino mandará sus tropas para derogar al Califa”.
Ignatius, partió raudo y veloz, para rescatar a Eva. Antes de llegar a la muralla, él había observado que existía una cueva. Allí se detuvo y ató su caballo. Mientras sacaba unas extrañas ropas de unas bolsas de tela que llevaba junto a la montura. Se cambió, y salió de la cueva vestido con un burka de color negro, el cual sólo dejaba ver sus ojos.
Al llegar a la puerta de entrada de la ciudad, convenció a los guardias a que le llevaran con el resto de mujeres que formaban parte del harem del Califa. Ellos avisaron a Serezade, la encargada de reclutar mujeres para el Califa. Esta accedió a ver esa nueva y extraña joven.
Dentro ya del palacio, todo sería más fácil para Ignatius. Serezade, no quedó muy convencida de esta nueva mujer que tenía delante, pero estaba demasiado cansada como para examinarla en mayor profundidad. Le dijo que a primera hora de la mañana volvería a verla y tomaría una decisión.
Ignatius sabía que no tenía tiempo que perder, era esa noche o nunca. Salió de la sala con un sirviente que lo llevo a la cocina, donde pudo  cenar. Una vez allí, Ignatius, observó que pasaba por el pasillo un guardia. Al encontrarse sólo en la cocina decidió abalanzarse sobre el guardia, apresándolo por el cuello, y tapándole la boca con su mano se metieron dentro de un habitáculo del pasillo. Allí forcejearon, pero Ignatius con un golpe certero lo dejó inconsciente. Entonces, Ignatius se quitó el Burka y se puso la ropa del guardia, al que maniató y cubrió la boca.
Con rapidez, salió de allí, como si estuviese haciendo la ronda de vigilancia. Y se apresuró hasta llegar a la habitación de Eva, la número 202. Llamó a su puerta, y ella le abrió. Al volver a tenerse uno delante del otro, algo recorrió el cuerpo de ambos, y se sonrieron. Ignatius, le dio el burka negro para que se lo pusiera y así no ser reconocida en la fuga.
Mientras recorrían el palacio, cuando se encontraba con otros guardias, él respondía que llevaba aquella mujer ante el Califa. Hasta que se encontró de frente con Serezade.
-“¿Guardia, donde te diriges con esta mujer?, preguntó Serezade.
Al ver Eva, que Ignatius dudaba su respuesta, golpeó a Serezade con uno de los Jarrones del Califa, sin que le diera tiempo a avisar al resto de guardias. Ambos corrieron y salieron del palacio. Una vez por las calles de Al-mería todo parecía más normal. Pero se tenían que dar prisa para salir de la ciudad antes de que se diera la voz de alarma. Por sus ropas, no tuvieron problemas para salir de la ciudad, corrieron hasta la cueva donde estaba el caballo de Ignatius. Eva se deshizo del Burka e Ignatius del traje de soldado árabe. Ambos montaron en el caballo y partieron.
Ignatius, sabía que para que no le cogieran tenían que abandonar el desierto lo antes posible, por eso su dirección era poner rumbo al Reino de Mengibar a través de las montañas Nevadas.
Eva reparó en que a lo lejos veía una gran nube de polvo, Ignatius apreció que eran soldados del Califa. Ignatius, que  conocía los entresijos de adentrarse en el monte, jugaba con ventaja ante los soldados. Pasó más de un día sin que pararan, entonces, al ver que ya no eran perseguidos, decidieron tomar un pequeño descanso junto a la orilla del rio Guad al-Xenil. Eva decidió tomar un baño, se apartó detrás de unos juncos, se empezó a desnudar, dejando caer su ropa por su espalda de forma muy pausada. Ignatius, no podía resistirse a mirarla, era superior a sus fuerzas. Él simplemente se lavó la cabeza y se enjuagó los brazos, siempre atento por si llegaba la guardia del Califa. Cuando terminaron, comieron un poco y  volvieron a partir. Eva se agarraba a la cintura de Ignatius y apoyaba su cabeza sobre su espalda, se sentía protegida, ofreciendo unas muestras de cariño a aquel extraño soldado que había entrado en su vida.
Al llegar la noche del cuarto día de la fuga, decidieron pernoctar en un viejo Caserío abandonado, muy cerca de su destino.  Tras la cena, se sentaron junto a una hoguera que prendió Ignatius. Eva trajo dos copas y una botella de vino que encontró en una repisa, sin mediar palabra, y tras un sorbo del vino, se besaron. Todo se paralizó en ese momento. Sus mentes permanecían en blanco, en ese momento no había otra cosa en que pensar, sólo en ellos dos. El momento se fue tornando mas acalorado y al poco tiempo acabaron haciendo el amor. Aquella noche se entregaron el uno al otro como nunca lo habían hecho antes, quizás porque sabían que quizás sería su única oportunidad de estar juntos.
Al terminar, continuaron despiertos, y comenzaron a conversar mientras miraban como se consumía un viejo madero carcomido.
-“¿Que pasará ahora, Ignatius?, preguntó Eva.
-“No lo sé, ¿Qué quieres que pase?, preguntó Ignatius.
-“Todo es tan complicado, cambiar nuestras vidas prefabricadas no es fácil”, afirmó Eva.
-“No sé qué decirte Eva, los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan aquí, ni el recuerdo los puede salvar”, dijo Ignatius.
Tras un largo silencio, durmieron uno junto al otro. A la mañana siguiente montaron en el caballo y partieron hasta la Atalaya, donde llegaron a mediodía. El Jefe Polaino, junto a su pueblo, no podía creer que sólo un hombre había conseguido lo que antes con cientos de soldados, y  tras derramar mucha sangre, no  habían logrado.
El Jefe Polaino se abalanzó sobre su hija y la abrazó levantándola del suelo. Padre e hija lloraban de alegría. Ignatius, se acercó  donde estaban Carlo y Carlos II. Y allí les contó como la rescató.
Tras varios días en el Reino de Mengibar, en los cuales Eva e Ignatius se evitaban, llegaba la hora de marchar hacia Onuba. Ignatius recibió una compensación por su heroico rescate y se despidió del Jefe Polaino, le pidió poder hablar  y despedirse a solas de Eva. A lo que él accedió sin demora.
Lo llevaron hasta el cuarto de Eva, allí estaba ella, miraba por el amplio ventanal que daba a un campo de olivos centenarios.
-“Tengo que partir” dijo Ignatius con voz temblorosa.
-“No quiero que te vayas, pero no puedo evitarlo- continuó Eva- mi padre ya ha preparado mi boda para dentro de un mes”.
Ignatius, se sobresaltó porque no esperaba esa noticia. Se colocó detrás de Eva, mirando ambos hacia el campo de olivos, tomó su mano y le susurró al oído:
“Buscaré un lugar para soñar,
donde podamos estar juntos,
que no nos puedan encontrar
ni medir nuestros impulsos”.

En un silencio sepulcral y mirándose por última vez a los ojos, prometieron que se volverían a encontrar, en otra situación, en otro lugar, en otra vida…



Il regalo più grande



Vorrei donare il tuo sorriso alla luna perché
di notte chi la guarda possa pensare a te
per ricordarti che il mio amore è importante
che non importa ciò che dice la gente e poi
amore dato, amore preso, amore mai reso
amore grande come il tempo che non si è arreso
amore che mi parla coi tuoi occhi qui di fronte
e sei tu....
...il regalo mio più grande...